Cristiano dedicó el día a afinar su puesta a punto de cara a la recta final de la temporada, cuando se deciden los títulos. No estuvo en el cesped entrenando con sus compañeros, sino que incidió en una vertiente de su juego que resulta determinante a la hora de expresar su fútbol: la condición física. Un aspecto que, desde aproximadamente un año, le ha causado más de un quebradero de cabeza.
Los problemas de la rodilla izquierda le fastidiaron su aportación en el tramo final de la pasada temporada, tanto en la final de la Champions como en el Mundial. Con sesiones como la de ayer, Ronaldo espera que esas preocupaciones pasen a ser apenas un desagradable recuerdo.
Cristiano dedicó la jornada a potenciar su físico. Llegó a Valdebebas a las diez de la mañana y su sesión de entrenamiento estaba fijada para las once. Al llegar se puso en manos de los fisios. El miércoles decidió con ellos que ayer no habría trabajo de campo. El gimnasio sería su hábitat para toda la mañana.
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